Diagnosticar las condiciones musculoesqueléticas dolorosas: ¿Es absolutamente necesario?
A nadie le gusta tener un dolor constante, mucho menos cuando se encuentra acompañado de un diagnóstico. En ocasiones tener un diagnóstico que explique el origen del dolor está totalmente justificado y cuanto antes se obtenga un diagnóstico, antes podrán los pacientes buscar la atención adecuada para una recuperación óptima. Por ejemplo, tomemos el caso de un paciente que presenta dolor torácico opresivo en el lado izquierdo con dolor irradiado en la parte interior del brazo izquierdo y cuello. Un diagnóstico en estas circunstancias podría ser literalmente la diferencia entre la vida y la muerte.
Sin embargo, el dolor que se origina en el sistema musculoesquelético (huesos, ligamentos, tendones, músculos y cartílagos) no siempre es tan claro y, aunque es esencial seguir buscando señales de alarma en cualquier presentación, la gran mayoría de los casos no son potencialmente mortales.
Así que tal vez deberíamos plantear mejor la pregunta: ¿Tenemos que diagnosticar todas y cada una de las presentaciones del dolor musculoesquelético?
He estado reflexionando sobre este concepto durante meses y hay dos consideraciones que predominan entre las personas que presentan dolor relacionado con el sistema musculoesquelético.
1 – El diagnóstico de las condiciones musculoesqueléticas dolorosas puede dar a la gente paz mental y les permite avanzar directamente en la dirección de su curación y recuperación.
Hay mucha sabiduría convencional en esta idea. El establecimiento de un diagnóstico definitivo se ha enseñado durante siglos en la medicina y la atención sanitaria, por lo que encaja con lo que se percibe como normal. Es decir, cuando alguien tiene dolor en los músculos (o en cualquier parte), tiene derecho a un diagnóstico y el trabajo de los investigadores en los EE.UU. parece confirmarlo.[1]
Sin embargo, algunos pacientes no quieren saber todos los detalles y muchos sólo quieren saber si se puede tratar eficazmente para que puedan estar libres de dolor. Esto es lo que me lleva a la segunda consideración.
2 – El diagnóstico de condiciones musculoesqueléticas dolorosas podría etiquetar a una persona con una enfermedad, dolencia o síndrome que condicione su mentalidad de tal manera que impida o disminuya su capacidad de recuperación óptima.
Dada alguna nueva evidencia y una mayor comprensión de la aparición del modelo biopsicosocial en el dolor musculoesquelético, ya no podemos simplemente aislar los diagnósticos potencialmente dañinos de las condiciones de salud mental solamente.[2]
Además, se están acumulando pruebas de que el dolor tiene un componente psicógeno que va mucho más allá del daño tisular. Ha habido mucha literatura de apoyo para sugerir que el dolor puede existir en ausencia de daños articulares, ligamentos y musculares en las extremidades y el tronco. [3,4] Esto de ninguna manera implica que el dolor esté unicamente en la cabeza del paciente, hay cambios neuroplásticos que tienen lugar en el cerebro, especialmente a medida que el dolor se vuelve más crónico en su naturaleza.[5]
Tal vez deberíamos ser conscientes como profesionales sanitarios de estos cambios, esto alteraría la forma en la que nos comunicamos con nuestros pacientes para que tengan resultados más optimistas evitando expresiones como «Tienes una artrosis muy avanzada en la cadera y la columna vertebral y vas a tener que vivir con este dolor para siempre».
Siempre hay una tercera consideración…
Y luego está la tercera consideración que no mencioné inicialmente: Tal vez esté bien juzgar ambos métodos como aceptables en vez de posicionarse sobre uno u otro dependiendo de las necesidades, deseos y expectativas de nuestros pacientes.
Algunos pueden querer un diagnóstico específico y obtener cada pequeño detalle específico sobre qué, cómo y por qué surge la condición musculoesquelética y cómo pueden usar ese conocimiento para recuperarse. Otros pueden preferir no tener ningún diagnóstico y tener la seguridad de que su condición -cuando se evalúa apropiadamente- no es médicamente peligrosa, fácilmente tratable, y susceptible de una gran recuperación.
También queremos enseñar a nuestros pacientes a ser resilientes en el manejo de su propia condición. A menudo puede ser prudente sentarse en el asiento del pasajero mientras ellos conducen y asegurarles que pueden superar su dolor y mejorar su(s) condición(es), con o sin diagnóstico. Esto ayuda en el autocuidado, apoyando el viaje de nuestro paciente en la alfabetización de la salud y la auto-empoderación, componentes importantes a la hora de adoptar un enfoque basado en las fortalezas del paciente. [6,7]
Cuando se trata de dolor musculoesquelético, lograr un diagnóstico para cada individuo, es y será absolutamente primordial para la evolución de su salud. Sin embargo, algunos pueden responder mejor con un enfoque de «menos es más». Cada persona que se presenta tiene derecho a obtener un tratamiento diferente según sus preferencias personales. A menos que la evaluación revele algo siniestro, algunos pueden en realidad responder mejor sin un diagnóstico formal.
Esto se publicó originalmente en el sitio web de Troy Walker. Puede hacer clic aquí para leer más blogs de él.
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Excelente post, me parece que una de los principales aspectos a tomar en cuenta en el dolor es el factor biopsicosocial, debemos saber utilizarlo a nuestro favor para aumentar la eficacia del proceso de rehabilitación de nuestro paciente!